viernes, 14 de noviembre de 2014
Entramos a la casa de Bernarda
El jueves 13 de noviembre siendo aproximadamente la 23 hs., el Teatro Colón de Punta Alta estalló en aplausos para coronar una brillante actuación del elenco de “La casa de Bernarda Alba”. Aprovechando que una de las obras más premiadas del año visitara nuestra ciudad, Información de Punta (IP) coordinó una entrevista con su protagonista, la distinguida actriz María Rosa Fugazot, A pesar del retraso del transporte en su arribo a la ciudad de Bahía Blanca, en un gesto de genuina consideración, la señora María Rosa, sin tomarse un respiro, mientras desayunaba, se abrió sin reparo a un franco diálogo con nosotros.
| María Rosa Fugazot (Bernarda) a la salida del teatro, después de la función. |
I.P..: Por la lectura de su biografía, sabemos que debutó en teatro siendo adolescente. ¿Nos puede contar algo sobre esto?
M.R.: En realidad yo quería ser patóloga forense, siempre me encantó, siempre me ha gustado la investigación y todo eso, pero mi papá decía que era una asquerosidad, yo me enojaba y le decía: “si total soy yo la que va a estar, no vos”. Médico tampoco, porque según mi papá eran todas mujeres de dudosa moralidad. Azafata tampoco -por la misma razón-, porque viajaban. Él quería que fuera arquitecta, entonces yo le preguntaba: '¿perdón?, ¿no hay arquitectas de dudosa moralidad?'. Entonces, al final dimos tantas vueltas que terminé artista. Cosa que no me habló por un mes, hasta que se le pasó la mufa.
I.P.: ¿Qué le gusta más: cantar o actuar?
M.R.: Todo. En realidad, como gustarme, me gusta la comedia musical porque es integral ¿viste?; pero me gusta todo. Todo lo he probado porque lo he intentado al menos. No sé qué es lo que hago mejor, pero me gusta y lo hago. Una atrevida que hizo todo. Pero además estudié. De chica hice danza y acrobacia.
I.P.: ¿Acrobacia también?
M.R.: Claro, porque veíamos en las películas norteamericanas que hacían baile, entonces decíamos: acá hay que aprender. Después, cuando hice la primera comedia musical creo que tenía como 48 años. Bailé igual.
I.P.: ¿Qué prefiere hacer: cine, teatro o televisión? ¿Por qué?
M.R.: No, me gusta todo.
I.P: Pero debe tener una preferencia.
M.R.: No siempre. Porque, por ejemplo, me gusta el teatro, para mí es fundamental. Es el rapport del momento, es ahora, salió lo que salió. Es la impronta del momento. Y hay una comunión muy especial entre la platea y uno. Lo que pasa es que la televisión te amplía la posibilidad de que te conozcan. Yo le debo a la televisión que la gente me conozca y me haya tomado cariño. Se lo debés a la televisión, que llega a todas las casas, a todos los lugares; entonces hay que agradecer.
I.P.: ¿Qué papeles le gusta más interpretar?
M.R.: No. Me tiene que prender la historia.
I.P.: ¿Ud. fue encasillada en alguno?
M.R.: Al principio sí. Al principio era el cómico. Después, cuando hice comedia musical dijeron: “¡Oh, milagro!” ¡Pero si yo ya había cantado! En el programa de Gerardo cantaba y bailaba. Y me decían: “pero era otra cosa”. ¿Qué otra cosa? Era yo. Pero la gente no abrocha. Recién cuando vieron la comedia musical dijeron: '¡ah! ¡Qué bárbaro!
I.P.: ¿De qué comedia se trataba?
M.R.: "Chicago", antes había hecho otras, pero la primera importante fue "Chicago". Después "Zorba, el Griego" e hice "Sorpresas" el año pasado con las chicas - refiriéndose a Carmen Barbieri y Moria Casán.
I.P.: ¿Cómo se autodefiniría como mujer, como madre, como artista?
M.R.: Soy muy trabajadora, me gusta mi trabajo, me gusta trabajar. Nací en el ámbito de gente que aprendió a ganarse la vida, con un abuelo que se rompió el lomo. Llegó de España sin nada. Lo poco que tuvo se lo ganó siendo cartero -de los que caminaban- y se terminó muriendo a los 52 años, de asma cardíaca, que se la agarró de los fríos y las mojaduras de agua cuando andaba con su zurrón de las cartas al hombro. Alcanzó a pagar su casa hasta donde pudo. Vivió en conventillos, en inquilinatos, crió 5 hijos, con una maravilla de mujer que era mi abuela, una condesa chilena, que salió de un colegio de monjas, de familia muy bien. Vino acá a pasar las vacaciones y la estafaron los tíos. Y ella como era muy así, con sangre india -descendiente de araucanos-, dijo: "con su pan se lo coman, no vuelvo más a esa cornisa llena de borrachos y ladrones" y no volvió a Chile hasta que fue después con mi mamá. Conoció a mi abuelo y se casó con mi abuelo, y esa señorita que bordaba, que era tan fina, vivió donde le tocó y crió los hijos. Maravillosa esposa, que había nacido el mismo día que Cristo. De esa gente aprendimos a laburar y a ganártela. Lamentablemente, el abuelo se fue sin ver terminada de pagar su casa. Pero lo hizo, el camino lo empezó y lo siguió mi tío y aprendimos todos de eso. Esto de pedir subsidio para vivir nunca lo entenderé. Entiendo que vos podés darle una mano a la gente, pero entiendo también que la gente no se puede quedar sentada rascándose y cobrando el subsidio en vez de buscar laburo. Porque en otras partes del mundo hay subsidios, pero hay subsidios por un año, para ayudarte a no quedar en la calle y que vos puedas buscar un trabajo. Acá no, acá son de por vida, entonces nacen los chicos y se creen que la vida es pedir. Y así estamos, una criatura agarra más fácil un revólver, sale a la calle y te pega un tiro porque sí -como total no tiene medida del bien y del mal absoluto-. Un chiquito de 12 años te pega un tiro por nada, por un par de zapatillas, por 5 pesos. ¿Y qué hacemos con esos chicos? ¿Dónde los metemos? Porque no hay donde meterlos, ¿los metés en la cárcel común, donde los van a tratar como animales, de donde van a salir peor? ¿Los metés en uno de esos supuestos lugares cárcel modelo de niños que son una m…, que no sirven? Donde hay 7.043.000 chicos y nadie se ocupa, más que darles de comer.
Apasionada en su discurso, agregó: “Es una cuestión de cultura, que involucionó, involucionó tan mal que no hay educación, que no hay concepto de familia, que un chico de 4 años va por la calle y dice: "abuelo no me jodas". Yo no permitiría que me conteste así... Pero no, porque el psicólogo dijo que no se le pega. No te digo que lo mates, pero un bife bien dado a tiempo sirvió toda la vida y seguirá sirviendo. No soy partidaria de la paliza ni de los golpes extremos, pero sí de un buen bife en el momento indicado. Es la única manera de que el chico sepa que puede hasta acá, hasta acá llegás. El chico prueba. Si los dejás pierde él, no perdés vos, pierde el chico. El chico tiene que saber hasta dónde puede. Y la gente, alguna porque no sabe o nadie le enseñó, otros porque no tienen tiempo, porque no están, porque para poder comer se tiene que ir y laburar, otro porque le es más divertido salir con un tipo que atender al hijo, por distintas razones, de los chicos no se ocupa nadie.”
I.P.: ¿Y Ud. cómo ha hecho para criar a sus hijos, con los que, según tengo entendido, mantiene una muy buena relación?
M.R.: Yo tuve mucha suerte, más allá de que mi marido también era así -hace una seña significando “estricto”-, porque a veces es suerte. A veces hay gente que se preocupa, se preocupa y se preocupa y es tanta la tentación externa, que se les escapan a veces. Yo tuve suerte, a mí me escucharon los chicos, a mí me quisieron lo suficiente como para oírme y me respetaron lo suficiente como para decir “yo no puedo hacer esto, porque a mi mamá no le puedo hacer esta c...” Tuve suerte, además de nuestra intención de ocuparnos, está la suerte de Dios de que los chicos fueran como son, que escucharan. Porque mirá que estuvieron en un ambiente donde se ve de todo y hay de todo. Entonces eso es para mí una bendición de Dios, más allá de mi esfuerzo, de mi amor o de lo que vos quieras. Tengo mucho que agradecerle a Dios. Estar de pie a esta edad, seguir trabajando, tener ganas, tener tiempo para mis hijos “pese a”. Porque si a mí me dicen: “¿te quedás con tu hijo o vas al médico?”, no, voy mañana al médico.
A veces los hijos la mandan a consultar al médico porque ha sufrido caídas, a lo que ella comenta: "Me caigo porque soy boba, soy torpe, soy atropellada, y tengo ésta” -señalándose la cabeza- “que tiene una edad y el cuerpo otra. Yo hago todo como cuando tenía 20, entonces me c... a golpes, por supuesto, es lógico, es normal. Tengo un amigo que me dijo eso por teléfono: 'no te preocupes, es que tenemos cabeza de 30 con cuerpo de 70 y pico, por eso nos caemos, yo también me caigo a cada rato'. Entonces, como no sea estrictamente necesario, lo que hago es un chequeo general por año para ver si no hay ninguna rareza de otro tipo, pero por las cosas comunes de los 72 años que tengo no voy a ir al médico.”
A veces los hijos la mandan a consultar al médico porque ha sufrido caídas, a lo que ella comenta: "Me caigo porque soy boba, soy torpe, soy atropellada, y tengo ésta” -señalándose la cabeza- “que tiene una edad y el cuerpo otra. Yo hago todo como cuando tenía 20, entonces me c... a golpes, por supuesto, es lógico, es normal. Tengo un amigo que me dijo eso por teléfono: 'no te preocupes, es que tenemos cabeza de 30 con cuerpo de 70 y pico, por eso nos caemos, yo también me caigo a cada rato'. Entonces, como no sea estrictamente necesario, lo que hago es un chequeo general por año para ver si no hay ninguna rareza de otro tipo, pero por las cosas comunes de los 72 años que tengo no voy a ir al médico.”
I.P.: ¿Su matrimonio con César Bertrand duró muchos años?
M.R.: Nosotros duramos 15 años y nos separamos porque mi marido era cabeza dura. Yo soy… cómo puedo explicar… tengo una condición que no es buena. Cuando quiero a alguien doy tanto que el día que estoy cansada y espero que me den ese otro piensa que no lo quiero más, entonces empieza a hincharme: “claro, ya no me querés más”, y lo que pasa es que estoy cansada, me agoto. Si yo pongo 20 poné 10 aunque sea, colaborá. Y la gente, no es que sea mala, la gente se acostumbra a que vos seas el que da, a que vos seas el que corre. (…) Ese tipo de cosas terminan desgastando. Y si vos sos permisivo, un día te hinchás, entonces sos el malo que se enoja y se va, o corta la relación. Más vale menos y más claro, o sea, la primera vez que algo te jode, es: “no, esto no, a mí no, no me gusta”. (…) Yo me separé en muy buen término y es más, hasta el último minuto de la vida de César estuvimos ahí.”
I.P.: ¿Entonces no estuvieron todos los años juntos?
M.R.: Al final no, él estaba en pareja ya, pero estuvimos todos con él. O sea, porque yo no creo en eso de que los chicos tengan que ser los rehenes: tiro yo un chico para acá y vos tirá un chico para allá, no. Al contrario, papá estaba enfermo y corríamos todos. La mujer de él me llamaba y me decía: “María, se cayó. ¿Qué hago?” (...) Mi hijo, el chiquito, le daba de comer. Cocinaba él para llevarle. Cosa que a mí me dio mucha ternura. (...)
César nació en San Juan y Boedo, sin embargo, algunos piensan que era uruguayo porque trabajó en el vecino país casi 10 años. María Rosa nos explicó que era conocido como el “Bebán uruguayo” por su intervención en varias novelas. Cuando falleció, sus hijos sufrieron un fuerte sacudón y ella confesó: "yo no lloré más, no pude llorar más. Qué cosa curiosa: yo que lloraba por todo, veía una película, lloraba, leía un libro, lloraba, María, la Llorona. A mí me hacía muy bien, pero no pude llorar nunca más. Lo único que hago es descargarme un poco cuando salgo al escenario, que lo tengo que provocar, obviamente, porque no me sale natural. Lo provoco y eso me hace mejor, por lo menos algo es algo. Estas son cosas que la gente piensa que los artistas lo pasamos bomba. Tampoco es cierto que todos sean frívolos. Yo no te voy a una fiesta ni que me paguen, salvo que sea algo muy especial o por el trabajo mismo, o porque me lo pidan muy especialmente. A mí no me vas a encontrar. No voy, no me interesa, no me gusta. Es más: ¿vestirme? Odio ver qué me pongo y qué no me pongo, lo detesto. El barullo no me gusta. Entonces, prefiero quedarme en mi casa, prefiero leer, ir con mis amigas a comer algo. Ahora me quedé culposa porque estuve solamente dos días y no alcancé a ir a ver a Nora -Cárpena-, porque está muy mal Guillermo -Bredeston- y estoy muy angustiada. No pude ir esta semana, cuando llegue de vuelta voy a ir. Son las cosas comunes de cualquier ser humano. Está lidiando con un problemazo y hay que salir, y hay que laburar, porque si no ¿cómo hace? Encima con lo que gasta, si no labura ¿qué hace? (…)
Prosiguió: “Entonces, yo creo que la profesión nuestra, lo más lindo que tiene es que por dos horas sos otro y te permite, de alguna manera, zafar. Puedo llorar por el otro, puedo ser el otro que llora. Porque si yo ocupo mi dolor para llorar todas las noches, me suicido cuando termino la función. Me pego un balazo y listo. Entonces lloro como Bernarda, o como Pepita, o lloro la muerte del hijo de Pepita. (...)
I.P.: ¿Hay algo que si volviera a nacer haría distinto, algo que quisiera cambiar?
M.R.: Eso que te decía antes. El ser en extremo permisivo no es bueno. Hay que sentar los puntos en precedente de lo que querés en la vida, buenamente, no hace falta pelearse simplemente decir: “esto sí”, “esto no”. Porque yo he sido permisiva en todo, en el trabajo también. Me decían: “¿cuánto ganás?” Qué sé yo. No es así. Yo valgo tanto. A mí me gusta esto. Sos muy lindo, yo te quiero mucho, pero ojo conmigo.
I.P.: ¿Y Ud. pudo cambiar?
M.R.: ¿A los setenta y pico de años? ¿Quién me va a creer ahora? Me miran como si no sé qué. ¡Pero claro! Si toda la vida fuiste de una forma… Cuando yo me enojo, me doy cuenta que me miran, se callan y piensan “dejála que explote, ya se le va a pasar”. Entonces de golpe me doy cuenta de que es al cuete, digo: ¿para qué? Ya tengo tantos años siendo de una forma, que de la misma manera que no me van a dar vuelta para que haga cosas que no quiero hacer a esta altura, tampoco me van a dar bolilla. En el momento me miran y me dicen: “sí, está bien”.
I.P.: ¿Es difícil ser famoso?
M.R.: Lo que pasa es que es difícil de manejar. Es difícil en el sentido que vos te lo creas. Ser famoso es una circunstancia.
M.R.: Lo que pasa es que es difícil de manejar. Es difícil en el sentido que vos te lo creas. Ser famoso es una circunstancia.
I.P.: ¿Cómo tomó la decisión de aceptar hacer el papel de Bernarda?
M.R.: Me costó, me costó porque me sorprendió, me agarró mal parada la muerte de Norma, no lo esperaba. Aparte la había estado mirando por televisión la noche del lunes, en la presentación de Tinelli y el martes al mediodía cuando prendo la televisión escucho y me quedé mal, me sacudió mal. Entonces, que me llamaran después para hacer de Bernarda, lo primero que les dije fue 'no me jodan'. Después volvieron a llamarme y les dije: “'no quiero, no quiero hablar de nada”. Estuve tres días que no salí de mi casa, aparte. Y lo que más que nada me impulsó, en realidad, fue que Faroni me dijera: “pero mirá que ella me pidió. Me dijo que si a ella le pasaba algo o tenía que volver a internarse, que te llamara a vos.” Y fue como no sé, de golpe me quedé sentada y dije: es una especie de legado de amor que me hizo ella. La gorda, que éramos muy parecidas en algunas cosas, era más tozuda que yo, pero ella de alguna manera como que quiso decirme “no tengo qué dejarte, te dejo esto, de recuerdo.” Es más tengo unos aros y una pulsera que me regaló. Pero lo tomo como un legado de amor. Así lo tomé y dije: tiene que salir como sea, y en 5 días salí loca, audaz. El primer día tenía un pánico que ¡Dios mío y la Virgen! y pensé: bueno gorda, me metiste en esta, ahora bancame. Yo le digo siempre a las chicas que las Bernardas no son 9, somos 10, porque Norma sigue dando vueltas. Si nos va como nos va, si la gente nos quiere y nos recibe como nos recibe, el angelito está. Mientras duren las Bernardas, Normita va a estar flotando alrededor. Para ella fue muy importante Bernarda y merecido. Me hubiera gustado que hubiera disfrutado un poco más del éxito. Ella lo buscó tantos años… Quería que la vieran como actriz, no como la vedette. Quería que supieran que ella podía y me hubiera gustado que disfrutara un poco más. Gracias a Dios alcanzó a ganar el premio. Yo creo que todo esto, el regalo que tengo yo ahora, a ella la hubiera hecho muy feliz. Por eso le agradezco el legado, porque realmente es un personaje maravilloso y la gente es bárbara y las compañeras son fantásticas.
I.P.: Ud. se hizo una cirugía estética el año pasado.
M.R.: Sí, hizo más quilombo, que si hubiera sabido me la hago en dos veces. Nadie me dio tanta bolilla como actriz como me dieron bolilla porque me corté un pedazo que me sobraba. Viejo, ¡qué taradez!
I.P.: ¿Antes nunca se había operado?
M.R.: No
I.P: ¿Por qué antes no?
M.R.: Y, porque no. No me dio. Un día me miré y dije: ¿pero qué es esto que me sobra? Que era como la bolsa del mercado acá -señalándose la panza-. Digo: tengo las patas flacas ¿por qué esta m...? Entonces fui y le dije: “Nene, ¿esto se puede sacar?”. “Sí” “Bueno, sacámelo.” (…) Suponete que me hubiera tenido que operar del apéndice o del hígado. Es lo mismo. Menos, porque no me tocan adentro. Me sacan nada más lo de afuera.
I.P.: ¿Y cómo ve que las chicas jóvenes, algunas de ellas, estén tan pendientes de las cirugías estéticas?
M.R.: No, no, no. Las chicas, que se cuiden, sí. Pero por ejemplo, una conocida mía el otro día se puso dos pinchitos de no se qué acá -tocándose el labio superior-. Casi la mato. Le dije: cuando te vea tu marido te lo bancás. Después lloraba porque él estaba enojado. Yo le decía: embromate, tiene razón. Te tocaste lo cara, es lo más hermoso que tenés y te lo tocás; a los 30 años. ¿Qué te vas a tocar después?.¿A ver? Tocate lo que no se ve. Después lo agarré a él y le dije: terminala, porque no es un drama.
I.P.: Entonces, ¿Mensaje para las jóvenes?
M.R.: No, chicas, no. Sobre todo en la cara, porque es muy lindo verse bien, pero también es muy lindo saber quién sos, y cuando te empezás a tocar la cara, llega un punto que decís: ¿y ésta quién es? Si vos ves fotos de gente que yo conozco de jovencita, lo que era y lo que quedó, no te operás nunca más en tu vida. Una cosa es corregir defectitos, suavizar, y otra cosa es cambiarte la geta. (…)
I.P.: ¿Los artistas no se retiran nunca?
M.R.: Mi mamá se retiró, porque un día dijo: 'si yo no puedo correr, saltar y ser como fui siempre en el escenario, ya está. Porque ella iba a hacer una presentación, por ejemplo, para recibir un premio, y se cansaba tanto, de toda la energía que ella tenía que salir como un cohete, que después estaba 3 días así -hace gestos de extremo cansancio-. Ella dijo: “si yo no tengo las fuerzas para ser todos los días igual, no trabajo más.”
I.P.: ¿Y Ud. tiene pensado retirarse próximamente?
M.R.: No. ¿Sabés qué? Hay cosas que me enojan, entonces digo no voy a trabajar más, me voy a buscar otro laburo, pero es más que nada porque hay una edad y vos decís: ¿hasta cuándo me va a durar que me encuentren personajes? o cosas, viste, nunca se sabe. Porque antes había abuelos y familia, ahora no, ¿viste? En las novelas nuevas parece que no hay más familias, son huérfanos todos los chicos. (…)
I.P.: ¿ Ud. se da cuenta de que todo el tiempo está nombrando a personas de la farándula para quienes no tiene más que palabras de elogio?
M.R.: Los quiero. Cuando la gente te deja algo, cuando los compañeros que has cruzado en la vida -si tengo que hablar de todos los que me han dado amor y cariño no nos vamos más-, empezando por el negro Olmedo, bendito sea, mi negro querido, que fue un hermano, un tío, un amigo, un todo fue. El gordo Portales, también. Mi querido Rolito Puente era el que me decía: “¿te acordás cuando hablábamos de corrido?, ¡qué lindo que era!, porque ahora para decir un nombre estamos 6 horas.” (...) Un tipo tan pensante, el gallego, y bueno, pero la vida es eso. La macana es que se me están yendo todos ¿viste?. Tenía razón mi mamá cuando me dijo un día: “nena, mirá yo le tengo miedo a la muerte, pero pensándolo bien, se están yendo todos, ¿qué hago acá yo?” y yo le decía: mamá no empecés. Pero es cierto, se te van los amigos, se te van los compañeros, se te va la familia, a mí no me queda nadie. Los primos me quedan y una tía, que es la mujer de uno de mis tíos, que es una hincha p... (...) Cuando yo la reto me dice: 'vos tratame bien, porque soy la única que te queda.'
Durante toda la entrevista no paró de recordar a sus padres, sus hijos , Javier Caumont y René Bertrand, y sus amigos. Además de los ya mencionados, tuvo palabras afectuosas para Rodolfo Bebán. De Julio Chávez dijo, entre otras cosas: “lo quiero como si fuera un hijo. Lo pasamos bien laburando juntos, nos entendemos mucho, siempre que lo veo me acuerdo del nene flaquito que caminaba por los pasillos de Canal 9, muy serio, muy concentrado. Tenía 19 años cuando lo conocí y sigue siendo el mismo. (…)” Refiriéndose a sus amigos en general nos dijo: “Marta, tiene el corazón más grande que la cabeza. (…) Yo digo siempre que Marta es una mujer que tiene un espíritu iluminado. Tiene un interior iluminado, siempre tiene buena onda, siempre tiene una sonrisa para todo el mundo, siempre tiene buen trato con todas las personas (…) y sigue para adelante con un nieto. Es un espíritu sano. Una persona que tiene tanta bondad que le ganó a todo. Toda esa gente es valiosa, muy valiosa, con esa gente me junto. Esa gente son mis hermanos espirituales. (....) porque nos conocemos de toda la vida y todavía habemos gente que tenemos un mismo centro. La familia decente, cariñosa, con errores, como todos los tienen. Que si no los tuviéramos seríamos anormales, una persona sin errores es una cosa rara. Pero es feliz la gente buena, a la larga es feliz.”
Para quienes tengan ganas de leer un poco más, próximamente se publicará una extensión de esta nota con los planes futuros de la entrevistada.
Amor traducido en servicio
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| Las voluntarias frente a su actual sede en el Hospital Eva Perón, sobre calle Mitre. |
Cada miércoles por la tarde, a partir de las 14 y hasta alrededor de las 18, la Capilla del Hospital Municipal Eva Perón se llena de guardapolvos color rosa y todo es algarabía. Pues es el día en que las integrantes del Voluntariado de Santa María Goretti se reúnen para coordinar sus actividades, para informarse acerca de lo que se hizo durante la semana y para programar lo que hay que hacer en la próxima. Golpeamos la puerta y nos atiende la asesora legal, Elia Prieto de González. Nos invita a pasar, nos muestra una carpeta con recortes periodísticos que narran la historia de su organización y ella misma, con conocimiento de causa - como fundadora del voluntariado- responde a todas nuestras preguntas.
En sus inicios, allá por el año 1959, las protagonistas eran chiquillas de 15 años, hoy la edad promedio ronda los 60. Lo que no ha cambiado a lo largo de todos estos años es la rutina de trabajo ni el ferviente entusiasmo con el que las integrantes del grupo cumplen su función. Se trata de 22 mujeres que donan y comprometen su tiempo en forma totalmente desinteresada para brindar asistencia a los enfermos, llevándoles alivio a través de cuidados, compañía y a veces nada más y nada menos que una palabra de aliento y esperanza. Todos los días hacen recorridas por el hospital entero en guardias de 4 ó 5, desde las 07.30 hasta las 11.00. Se encargan del aseo de los pacientes internados, los higienizan, le cortan el cabello y las uñas, los visten y les dan de comer, principalmente a aquellos que se hallan incapacitados para realizarlo por sus propios medios. Además, en su taller de costura se hacen cargo de fabricar toda la ropa necesaria para el hospital: sábanas, colchas, cortinas, barbijos, camisolines, ropa de cirugía, repasadores, todo lo que se haga con tela y todo lo que necesite costura. También remiendan y planchan la ropa para que siempre esté en óptimo estado. No conocen de feriados ni fechas festivas, están a la orden los 365 días del año.
El grupo nació por iniciativa de Isabel Barbieri y del Padre Alejandro Fahn. Se fundó así el Círculo Juvenil Santa María Goretti, con la participación de más de 30 adolescentes, entre ellas nuestra anfitriona, Elia Prieto de González. El objetivo era visitar a los enfermos y desprotegidos llevando la palabra de Dios y recaudar fondos para que en las visitas se pudiera ofrecer también ayuda material. Al pasar los años las jóvenes empezaron a casarse y por tal motivo no se les permitía formar parte del grupo, lo cual no hacía felices a varias de ellas, principalmente a Elia. Así es que en 1965, habiendo transcurrido casi 1 año desde su casamiento, el Párroco le dio la buena noticia a Elia, de que a partir de ese momento se aceptarían mujeres casadas. A partir de ese momento el nombre del grupo cambió y cambiarían un poco las tareas asignadas, ya que también brindarían ayuda espiritual a mujeres embarazadas, madres carentes de recursos y mujeres solas o solteras, así comenzaron a juntar ropa para los más necesitados, a visitar enfermos y considerar el hospital como su segundo hogar.
En el verano de 1961/62, debieron mudarse al hospital por falta de espacio en la parroquia. Pero no siempre estuvieron en la capilla, les fueron asignados distintos lugares dentro del hospital hasta que finalmente terminaron donde habían comenzado, en la Capilla, con la promesa de una ampliación de la construcción que aún no se ha concretado. El espacio con el que cuentan en la actualidad es realmente insuficiente y como si fuera poco, cuando llueve, el agua se filtra en el recinto. Después de varios años siguen esperando la finalización de la obra.
No reciben ningún aporte financiero ni subsidio alguno, sólo cuentan con donaciones y lo que recaudan en el tradicional “Chocolate Anual”, el cual realizan en fecha próxima al aniversario de la creación del voluntariado (9 de mayo). Sí tienen el apoyo de la comunidad así como de otras instituciones solidarias, que Elia no quiere nombrar por miedo a olvidarse de mencionar a alguna. También los colegios cooperan con todo tipo de campañas. En pocas oportunidades han recibido ayuda de algún diputado puntaltense. Aquellos vecinos que deseen colaborar pueden acercar: lana y ropa en desuso, sábanas viejas, pañales, agujas para coser a mano y a máquina, hilo de coser, elástico, botones, en general todo lo de mercería es bienvenido, como así también las telas (de toallas, de sábanas, etc.), con la salvedad de que sean de algodón. En alguna ocasión han recibido una donación importante pero las telas contenían polyester y éste no es un material apto para la estrerilización. Para los enfermos se pueden aportar artículos de higiene, jabones, esponjas, peines, máquinas de afeitar descartables, desodorantes, revistas y cualquier otro artículo que se considere conveniente.
| Algunas voluntarias trabajan en el ropero (año 1998) Foto: Sra. Elia Prieto de González |
Entre los aportes materiales más importantes que el Voluntariado ha hecho a la comunidad rosaleña se pueden contar: un sillón odontológico (2002), un sillón de partos ultramoderno (2003) y la colocación de aire y oxígeno aéreo en todo el hospital (2004). Esta última obra fue posible gracias a una cadena de actos de amor, solidaridad y altruismo. Los fondos salieron de la venta de un inmueble que Juana Iglesias legó a su íntima amiga, Irma de Rubio, en agradecimiento por haberla cuidado a diario durante 6 meses y medio en la sala de Tisiología del Hospital Penna. Esta última, una vez fallecida su amiga, sabiendo del aprecio que Juanita sentía por las voluntarias y que en algún momento les había prometido dejarles algo para ayudar a su tarea de servicio, decidió que lo más justo era donarlo al voluntariado y así lo hizo. Llevó cuatro años el proceso legal y finalmente, con el valor obtenido de la transacción las voluntarias pudieron afrontar el costo de esta significativa obra.
Su labor silenciosa y digna de ser imitada ha sido reconocida varias veces. Recibieron premios por parte de la Casa del Niño, el Círculo de Ajedrez y el Club de Leones para nombrar algunas entidades y fueron homenajeadas más de una vez en la Cámara de Diputados de la Provincia de Buenos Aires. El 7 de octubre del año pasado, Elia recibió el premio “Mujer Innovadora” en La Plata y la semana del 20 de octubre de este año le otorgaron una mención especial con una medalla en reconocimiento a las horas de labor dedicadas como integrante consecutiva de la Comisión de Adultos Mayores en Punta Alta.
La rutina de incorporación “vienen, están 1 año, practican lo que quieren, se dedican a la costura, ropería o asistente de adentro, si les gusta, aceptan y cuando es el día de la virgen , el 6 de julio hacemos una misa y en esa misa hay consagración. La consagración va al escapulario y se hace una promesa en el altar. Entonces ahí quedan consagradas a esto y ahí ya cambia la rutina. Mientras están en el año de prueba vienen cuando pueden, pero cuando ya han sido consagradas tienen que cumplir horarios y están comprometidas.” Explicó que “el estatuto es muy firme y los cargos directivos deben ser ocupados por personas de la religión católica por respeto a la diversidad, ya que las reuniones con las autoridades eclesiásticas siempre finalizan con una misa y no se puede obligar a alguien a participar de la misa”. Pero a la vez destacó que para formar parte del grupo no es necesario compartir el mismo credo, de hecho, en la actualidad hay mujeres de otras religiones que son voluntarias.
Elia destacó en todo momento la labor de “sus” muchachas como ella llama a las voluntarias: “son extraordinarias, hormigas incansables”, a veces no se explica de dónde sacan fuerzas para seguir trabajando. Son todas mujeres de edad avanzada pero la tarea se hace con mucho amor y eso las llena de satisfacción. Cada una de ellas compartió con nosotros cómo se iniciaron en el voluntariado y algunas de sus experiencias ; a continuación, algunos de los testimonios.
Una voluntaria dijo: “Tuve a mi marido internado en Bs. As. No conocía a nadie y la gente me ayudó, entonces cuando vine a Punta Alta quise devolver lo que había recibido. Vine un día, golpeé, me atendió Eli, me hicieron entrar, me pusieron un guardapolvo y hace 30 años que no salgo de acá adentro. Y me siento muy feliz.”
Adita tiene 85 años, hacía un rato había estado arriba de una mesa buscando algo. Según las palabras de Elia, es una de las que más la acompañó en su largo recorrido. Adita nos contó: “yo le digo siempre que no sé cómo vine, qué fue lo que me empujó. La que hizo el voluntariado me preguntó si no quería venir y yo contesté que sí, de inmediato, sin pensarlo y ya nunca más me fui.”
Encarnación es la mayor (88), no se puede decir la menos joven porque es envidiable la vitalidad de la que hace gala. No recuerda bien cuántos años hace que está en el voluntariado, 26 ó 27, pero sí destaca que: “de entradita me fui al hospital, recién boleadita al hospital, a darle de comer a los ciegos, como yo desgraciadamente soy viuda, no me hago problema por comer a las 12 del mediodía o a las 2 de la tarde. Y a la noche como era la que vivía más cerca, entonces también venía. Tenía una amiga de la infancia, íntima - por la que todavía hoy sigo llorando, que con ella nos ayudábamos, porque en ese entonces éramos poquitas. ”
Otra voluntaria contó con orgullo: “Yo hace 14 años que estoy acá, con ella” –señalando a una de sus compañeras– “ éramos cartoneras, porque teníamos que juntar 1 pesito, porque precisábamos. Nos poníamos en un rincón, aplastábamos las botellas de plástico, separábamos el papel de un lado y el cartón de otro.”
Una de ellas, reflexiva, confesó: “¿Sabés qué pasa, muchas veces digo: ‘¡ay!, no tengo ganas de ir…’ pero ¿sabés cómo tira esto? Y llegamos acá y te cambia la energía, por ahí venís medio decaída y cuando llegás acá te vas arriba enseguida.”
Ante nuestro asombro por la ausencia de personas jóvenes, Elia expresó: “Pedimos a gritos que venga gente joven, la más joven va a cumplir 50. Hoy por hoy la juventud está muy materializada, muy monetizada, todo lo que no rinde no sirve. Lo espiritual, lo humano, la sensibilización para con el trabajo solidario no prende en los jóvenes. Sólo tenemos una mascotita, Micaela Pucheta, que nos acompaña desde los 5 años y ya cumplió los 15, es la bisnieta de una voluntaria. Ella acomoda los libritos, las estampitas, cuando llegan los medicamentos los vuelca en una lista, saca los que están vencidos, hace muchas tareas.” Quizás a alguna otra alma joven la mueva el sentimiento de fraternidad y se contagie del espíritu fresco y positivo de las voluntarias y se sume a la cruzada. Son los jóvenes quienes inspirados en el respeto y el amor por sus mayores deben cuidar de ellos con esmero y dedicación. Por eso es importante la integración de la juventud a estas luchas.
Bastante desengañada por la habida experiencia, Elia prosiguió: “Por sobre todas las cosas se necesita vocación, si no hay vocación no se puede, yo ya lo tengo bien claro. Aquí se ha acercado mucha gente joven, como hemos pedido, para tener sangre nueva. Pero vienen y cuando ven que esto no es tertulia de mate y torta y que hay que trabajar, se retiran. No vienen más, Acá hay que trabajar, hay muchas cosas para hacer. Esto es lo que se ve acá, pero adentro estamos con el moribundo. Porque ir a maternidad es muy bonito, es la vida que comienza, lo feo es lo otro: el sufrimiento, el que se está muriendo, la familia doliente, eso es lo que más impacta, por eso aquí no se obliga a nadie a ir a la sala, pueden cumplir tareas acá. Pero cuando vienen y ven cómo es el tema no se quedan. Nos damos cuenta de que si no hay vocación, es imposible. Hay que querer, hay que amar, hay que brindarse para que esto funcione y se mantenga.” Sería bueno instar a nuestros jóvenes a acercarse a estas vivencias y experimentarlas en carne propia, tal vez la vocación esté y sólo haga falta despertarla. Vale la pena el intento a juzgar por la felicidad que pudimos ver dibujada en los rostros de las voluntarias.
Negrita –como la apodan cariñosamente a Elia- lo reveló de este modo: “Es algo indescriptible. Cuando se pasa el paredón del hospital para la calle lo que nosotros sentimos acá no se puede expresar, no hay palabras para explicarlo. Porque es irse con el alma llena, la satisfacción del deber cumplido y el haber servido. Nosotros trabajamos para el Señor, no hay vuelta que darle. Jesús es el que nos guía, somos instrumentos de él. Generalmente una sale y mira al cielo y agradece al Señor por lo que nos brindamos.”
martes, 11 de noviembre de 2014
Editorial
Este espacio está dedicado a la publicación del acontecer puntaltense. Pretende informar no sólo sobre sucesos que tengan lugar en nuestra ciudad y sus alrededores sino también acerca de aquellos que, sin ser locales, involucran a vecinos de Punta Alta.
La sección “Lo que se viene” busca brindar información sobre eventos próximos, a fin de constituir un verdadero servicio para la comunidad rosaleña. Con el mismo propósito se ha creado el espacio “¿Algo para publicar?”, en el que el lector puede dejar, en forma de comentario, los detalles de un acontecimiento futuro que considere de interés general para que, en función de la disponibilidad de tiempo el mismo pueda ser cubierto por este medio y se publique la noticia en el blog para contribuir a aumentar su difusión.
La existencia de este blog se debe a que es uno de los requisitos para que su creadora logre aprobar la asignatura “Lenguajes y Técnicas Periodísticas I: Gráfica y Digital” de la Tecnicatura en Periodismo y Emprendimientos de la Comunicación, de la Universidad Provincial del Sudoeste (UPSO). No obstante, la que suscribe es totalmente responsable por lo aquí publicado, dado que no contará con la previa supervisión de los Docentes de la UPSO, como sí ocurre con las publicaciones del blog “Periodismo en Redacción” –que en su sección “LOCALES” cuenta con notas de la misma autora.
Aunque la génesis de este espacio haya sido inducida, una vez en marcha, el proyecto aspira a alcanzar el máximo nivel posible, por respeto a los lectores y por la seriedad que el manejo de la información merece. Uno de los profesores de la carrera solía recalcar que raras veces los periodistas son autocríticos en el ejercicio de su oficio. Tratando de no caer en la misma falencia, a menudo, la que firma, hace ejercicios de este tipo, reflexionando también sobre el alcance de su trabajo. En las manos del periodista está la facultad de hacer llegar al público esa parte de la realidad a la que no tendría acceso de otra manera. El periodista gráfico se convierte en los sentidos de los lectores, de ahí la necesidad de no deformar esa parte de la realidad objeto de la noticia. Así las cosas, con la intención de ser un instrumento que le sirva al lector para enterarse de lo que sucedió, sucede o sucederá, esta humilde servidora intentará ser lo más objetiva posible y trabajará responsable y concienzudamente para que quien visite el blog tenga la Información de Punta al alcance de un click.
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